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Bibliografía
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Resonancias oceánicas

Ante la obra de Luís Soares, sentimos el eco energético de las resonancias oceánicas. Metamorfosis de su vida y de su cultura, oscilando entre lo africano y lo europeo, entre la costa oriental del gran continente africano y las últimas playas de Europa, en la tierra de Portugal, que se unió a su firme vocación simbolizadora y a través de sus pinturas nos transportan a los espacios de - para nosotros - todavía indefinidos, no identificados y originales.

Estamos, pues, ante una creación que confronta los horizontes de nuestra realidad habitual, ampliándolos: estamos ante una pintura que nos obliga a renovar nuestra forma de ver, a abandonar nuestras fronteras y a contemplar una dimensión imprevista de lo real; las imágenes y los testimonios de una obra inventiva, con perfiles de otros misterios y con figuras de rituales que ignoramos.

Las claves de esta mitología -no nos equivoquemos- no tienen que ver con las fantasías utópicas ni con las interpretaciones freudianas de nuestro surrealismo. El alma de la que brotan las imágenes y los espacios imprevisibles en los cuadros de Soares hunde sus raíces en el arte de las comunidades primitivas, ese arte fundamentalmente sagrado, en el que las formas no representan individuos concretos, sino sólo un cuerpo social con sus espíritus, sus genios y sus atavismos. La pintura de Soares comparte ese arte en el que los rostros son trascendidos por las máscaras, ese arte en el que los ritmos compositivos son comandados por la fuerza y la sugestión de la danza, ese arte de enorme densidad y concentración plástica, un arte que olvida las curiosidades y las ilusiones, porque prefiere conectarse a las fuerzas sutiles e irreprimibles de la tierra y al ímpetu del amor. Un arte viril y tierno, que nos ofrece los frutos olvidados de nuestros deseos y nos invita a superar algunas de nuestras limitaciones más íntimas y profundas.

Por todo ello, la pintura de Luís Soares nos obliga a esa mirada interior que debe sustituir nuestra habitual visión inmediata de las realidades y del significado de los objetos a través del arte.

Toda esta originalidad y voluntad expresiva de revelarnos las legítimas resonancias de lo autóctono están, por otra parte, unidas a la comprensión y el amor por el arte de nuestra modernidad europea y, en particular, a la valoración del dibujo desde las propuestas fundamentales de Picasso y Matisse.

El dibujo constituye la base esencial de la obra de Luís Soares. Asombra por su facilidad y precisión, por su incansable dedicación y por su lirismo. Es como el dibujo de un poeta, en el que se unen esencia y sugerencia, vigor y desvanecimiento. El potente grafismo de la mano de Soares marca cada uno de los objetos de su creación (pinturas, cerámicas) como obra propia, con un lenguaje inconfundible. Esta obra nos transporta de nuestra vida cotidiana tecnológica a los paraísos perdidos de lo inmaterial y lo simbólico, al territorio límpido donde el hombre puede sentir, comprender, trabajar y soñar desde el principio.

José Marín Medina

De la Asociación Internacional de Críticos de Arte y Comisarios de Exposiciones.

José Marin Medina