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Bibliografía
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Personalidad polifacética

De Luís Soares, lo que nos viene a la mente en primer lugar es la versatilidad con la que aborda diversas formas de expresión plástica, manteniendo sin embargo algo identificable como común a todas ellas, pero consiguiendo, al mismo tiempo, penetrar en el sentido propio de cada una de ellas, los elementos formales e incluso los valores cromáticos pasan del dibujo a la pintura y de ésta a la cerámica y a la escultura, adquiriendo siempre el significado específico que se deriva de la técnica y de los materiales utilizados, sólo en conjunto logran lo que podemos llamar un efecto combinado, como si cada disciplina artística fuera una extensión de la otra, en una cadena de eslabones en la que lo verdaderamente importante es el resultado global. Expongamos: un cuadro, una escultura y una pieza de cerámica de Luís Soares, analicémoslos juntos. Ahí lo tienes. De esa continuidad estamos hablando.

Luís Soares nació en Mozambique, y las raíces de su obra hay que buscarlas en ese país de la costa oriental de África. La pureza estridente del color, la caprichosa línea, el estiramiento estilizado de las formas, la expresión de las máscaras y los rostros, tiene mucho de la sabiduría primitiva del arte africano. Pero en 1978 regresó a Portugal, la tierra de sus padres, donde la necesidad de nuevas raíces le llevó a acercarse al arte occidental; de las manchas y las texturas, de la preponderancia de la dinámica propia de la obra y del interés por la improvisación que le llevó a explorar la línea, como habían hecho Klee y Miró, con intención narrativa, cuando es un contorno, pero también como definidora de ritmos y organizadora de espacios. Negro y de diverso grosor, es el verdadero dominante de su arte.

Una línea que es siempre el camino de la mano, a veces dibujando formas antropomórficas, otras veces cursivas, deslizándose al azar, perdiéndose en el arabesco o encontrándose en el signo, mágico e inventivo.

En la escultura, los mismos cuerpos esbeltos y carcomidos, de una expresividad dramática, por lo que supone de pasividad. Una pasividad similar a la que llega a nuestros hogares en vídeo: imágenes del continente hambriento y de sus gentes, condenadas a morir en un esquelético deambular por senderos de árida aridez.

Sobre la cerámica, los colores cálidos e intensos, goteando sobre la superficie lisa del gres, se deslizan las lágrimas: azules, verdes, rosas que se mezclan en una amalgama de tonos cocinados por el fuego.

Son diferentes pero se completan mutuamente. Luís Soares, blanco por fuera, negro por dentro, artífice del fuego y artista de la línea. Una personalidad polifacética, a veces desconcertante; manos que navegan, entre la deriva y el rumbo firme, por el espacio del soporte.

António Bacalhau

Presidente de la Asociación Portuguesa de Galerías de Arte y Director de la Galería Palmira Suso

Detalhe obra PIN19860058