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Bibliografía
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Transmisión de las secuencias espontáneas

Creo que ha sido el entrenamiento diario, la simbiosis entre las impresiones más difíciles de evocar y el contacto directo con su obra, lo que ha permitido a Luís Soares dar rienda suelta a sus instintos actuando como un puro transmisor de las secuencias espontáneas que su cerebro, en entrelazamiento psicosomático, le infunde. Este automatismo, caligráfico en cierto modo, es la base de la existencia de su propia plataforma simbólica, de trazos antropomórficos, la mayoría de las veces evocando ese figurativismo humano y otros vestigios -pasados o vírgenes del destino- de moradas trascendentales.
La línea, semiabierta y siempre extensible, juega un papel lúdico necesario para crear la atmósfera adecuada que alimenta el misterioso encanto que irradian sus obras, ya sean cerámicas o esculturas, modalidades creativas con su diversidad de particularidades técnicas pero que poseen una ilusión común.

Su recorrido está marcado por una sensación táctil, intercomunicándose, en su forma palpable, con el color. Un color que aparece explosivo y primario, plano o salpicado, rindiendo culto natural a la existencia original. ,

Luís Soares está directamente conectado con las raíces africanas a través de sus experiencias colectivas en Mozambique, llevando la anécdota al límite de las contradicciones entre los encuentros sociales y las normas de comportamiento. Así, las máscaras totémicas, las leyendas de la raza negra y los aspectos de su vida cotidiana transformados en momentos históricos, los ritos sexuales, los puntos de contacto con la civilización blanca, etc. se suceden temáticamente y renacen evocadores en los dibujos, jarrones y paneles de cerámica, plasmados en un surrealismo platónico de indeliberación pero con una carga de identificación externa por parte del artista.

En la escultura, materializada en bronce, sin perder del todo ese carácter, sacrifica el dinamismo a la redondez y el aplomo expresionistas. La percepción táctil que emanaba de la obra bidimensional queda, en el proceso escultórico, frenada por su trivialidad. Las concavidades de la superficie ocultan aquí las manos moderadoras, como si fuera la marca del tiempo que pasa sobre las piezas, dotándolas de todo su contenido expectante y consustancial.

Luís Soares es sinónimo de universalidad y comprensión; su vida es una estrecha consagración diaria; su obra y su exuberancia creativa lo denuncian.

Mateo Berrueta Echave

De AICA - Asociación Internacional de Críticos de Arte

Mateo Berrueta Echave